POETICAS EN FUGA II 2ª PARTE

Segunda entrega del encuentro de Poéticas en fuga, a celebrar el viernes día 12 a las 7 de la
tarde. Dos Premios Nacionales de Poesía, Chantal Maillard, (2004) y Juan Carlos Mestre (2009), y más de 14 poetas llegados de todos los rincones de España asistirán el próximo viernes a la clausura del encuentro Poéticas en Fuga II, 'Otra poesía es posible', que se celebrará en el edificio de La Nau de Valencia.
El encuentro, cuya primera jornada se celebró el pasado viernes con un gran éxito de participación, está igualmente organizado por la Librería Primado junto a la Asociación poética Caudal y el café El Dorado-Espacio MAE, bajo el auspicio del Ministerio de Cultura y con el apoyo del Vicerectorado de cultura de la Universitat de València (UV).
Empezaremos a partir de las 19.00 horas, para tener tiempo de desarrollar todo el programa previsto, que se iniciará con Chantal Maillard, acompañada en una mesa de lectura y debate por Arturo Borra, Óscar Solsona y Julieta Valero. Por su parte, Juan Carlos Mestre intervendrá junto a Rafael Saravia, Arturo Borra, Cecilia Quílez y Luis Luna. Esta iniciativa poética, pretende participar en las dinámicas culturales de la Comunitat con los trabajos "de creatividad, comunicación y pensamiento más relevantes del denso panorama cultural presente".
No hay jerarquías ni excelencias entre los participantes y el hecho de centrar en dos diálogos con nombre propio es por una cuestión práctica hacia los oyentes, a los que se dará opción a intervenir en los debates.

Yo no soy inocente.......
Yo no soy inocente. ¿Lo es usted?
La realidad está aquí,
desplegada. Lo real acontece
en lo abierto. Infinito. Incomparable.
Pero el ansia de repetirnos
instaura las verdades.
Toda verdad repite lo inefable,
toda idea desmiente lo-que-ocurre.
Pero las construimos
por miedo a contemplar la enorme trama
de aquello que acontece en cada instante:
todo lo que acontece se desborda
y no estamos seguros del refugio.

Bien pensado, es posible que Platón
no sea responsable de la historia:
delegamos con gusto, por miedo o por pereza,
lo que más nos importa.

De "Matar a Platón" 2004 poema de Chantal Maillard.

Los poetas serán recibidos posteriormente en el café El Dorado donde habrá un intercambio poético con los poetas valencianos Eddie (J.Bermúdez), Jesús Ge y el colectivo de jóvenes poetas La Trinchera Poética.



Libélula

Yo tenía una libélula en el corazón como otros tienen una patria
a la que adulan con la semilla de los ojos. Verdaderamente
las especies de la verdad son cosas difíciles de creer,
extraños seres petrificados en la ternura como benignos nódulos
en la perfección de los huesos. En aquel tiempo
yo tenía el sueño de una libélula entre los juncos del corazón.
Cansadas como paraguas cerrados recogía las maderas auditivas
de un mar inexistente y con ellas construía algo parecido a una casa.
En aquellos días algo parecido a una casa eran las conversaciones,
palabras relacionadas con la pestaña premonitoria, gatos en los cerezos.
Yo desconocía los vínculos y toda oscuridad era para mí un obsequio,
un rumor de la eternidad que se prestaba como cuerpo desnudo a mi mano.
No era la boca del amor la que respiraba ese óxido, sino la imaginación
del amor como un sastre con pantalones verdes el día de la felicidad.
Verdaderamente las especies de la verdad son cosas difíciles de creer,
la ilusión del hombre es una luz que llega desde lo desconocido
mas no es él el dueño de esa invención sino el ruido de un rumor prestado,
la cámara del que guarda su placer en ella.
Yo tenía la costura de una libélula en el corazón
pero las hojas cerebrales hacían crecer mis manos hacia dentro
en busca de una palanca con la que desalojar la piedra del miedo.
Sin esfuerzo comencé a llorar al revés, a confundir los sentidos
que guían la gota gramática hacia una lengua extranjera.
Antes que me tomaran por un extraño ya que yo no era el dueño de esa invención
me alejé del optimismo de ser entendido por más de dos
y comencé a oír mis propias palabras como martillazos retumbando en un espacio vacío.
Era como si el tiempo hubiera dejado de durar,
era como si todas las obras imaginadas por un ciego se derritiesen al tacto,
como si la langosta hubiera descendido sobre los campos del espíritu.
Yo solo tenía una libélula en el corazón como otros son hermanos del vértigo
y llevan la aorta de las constelaciones acogida en sus sienes.
Está bien, las especies de la verdad son cosas difíciles de creer,
es probable que la invisibilidad y estos hechos
solo guarden relación con una libélula.

Poema de Juan Carlos Mestre.

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