Una muy buena noticia es saber de la visita a España del poeta Dominicano León Félix Batista, y una suerte el haber conseguido contar con su presencia en Valencia para presentarnos su último libro, "Caducidad", en la librería Primado, junto a Antonio Méndez Rubio que presentará su "Historia del cielo". Dos grandes poetas acompañados por el chileno Victor Silva Echeto que los presentará.
El miércoles, día 16 a las 19,30 horas.
Podeis leer a continuación la crónica de prensa de la presentación el pasado día 5 de Mayo en la Feria del libro de Santo Domingo de Caducidad, de León Félix Batista con extractos de las palabras de Eduardo Milán, ambos aparecen en la fotografía.
Santo Domingo, Rep. Dominicana.- La noche de este sábado los salones del Museo de Arte Moderno se llenaron con la exquisitez de la poesía cuando el reconocido Poeta León Félix Batista puso en circulación su más reciente obra, “Caducidad” (Amargord, colección Transatlántica 12, Madrid, 2011). La presentación de la obra estuvo a cargo de Eduardo Milán, quién ponderó las dotes del buen escritor y excelente poeta León Félix Batista, a quien calificó como uno de los mejores de la poesía contemporánea dominicana. Según Milán, su obra es un libro concebido como cuerpo aparte del uso tradicional de la forma desde el pique. Dijo que no hay versificación, puesto que la línea tiende a un “lleno” de la página, que se fractura por la brevedad de esa masa escrita.Expuso que aunque la escritura de “Caducidad” no habilita ningún margen, hace ribera con sus compañeros desbordados. Así, expresó, un libro no está solo, aunque desfonde la forma siempre crea, guía, remite y traza lo que de cierta manera un caracol quiere trazar. Dijo además que la estética del fragmento, recogida por la poesía de ciertas escrituras filosóficas alemanas vinculadas al idealismo tales como Friedrich Schlegel y Novalis, en abierta contradicción a su visión integral mítica, se convirtió en el modo de escritura recurrente para dar un presente en dispersión.En ese sentido, con ello se resalta la importancia del romanticismo y del idealismo alemán, siendo éstas las poéticas divergentes que heredaron los vanguardistas del siglo XX. En “Caducidad”, el escritor capta esa doble articulación: la de que el relato no es incompatible con la revelación del mecanismo. Agregó Milán, que su poesía es un movimiento contagioso de revelaciones que, en un efecto de superficie notable, distrae al lector -lo engaña- retardando un final que no existe, desplazando ese punto de detención última. Todo parece conducir a algo. Pero no conduce a nada. El sentido no es la meta de esta aventura: el sentido es lo que retarda la meta en la medida en que la pierde de vista: "León Félix parece haber descubierto que si hay un programa disolutivo para el cual se organiza un estado de cosas del mundo y esa disolución no se cumple, el mundo restante, el no disuelto, se vuelve una estampida de haces. El futuro no cumplido no se re-pliega, estalla o tiende hacia el costado".“Un ejemplo de esto es el dinosaurio del futuro, que puede derrumbarse hacia el costado sobre una multiplicidad de escarabajos. No como Pedro Páramo sobre sí mismo o cualquier estatua de sal: hacia el costado, lateralmente, tangencial,” sostuvo. Sobre el neobarroco, al cual vinculan a León Félix, afirmó que gracias a Maurizio Medo aquél vuelve por sus fueros como si fuera El jinete pálido o La máscara de la muerte roja. Resaltó en cualquier caso, lo que para él constituyó el neobarroco no puede volver: el neobarroco fue una emergencia de escritura. Y las emergencias no vuelven. Y si vuelven es porque ya no son emergencias. Lo que puede plantearse nuevamente ya no como algo triunfal o vengativo o cabizbajo, esa frente marchita del tango “Volver”, es la habilitación de estados de cosas que precipitan emergencias. Entonces sí, acuérdate del neobarroco. Terminó su presentación afirmando que en León Félix, uno de los mejores escritores y poetas dominicanos, la lógica de cualquier retorno, aunque fuera el retorno de la dispersión legitimada por una forma eterna del fondo de un naufragio, irrumpiría en el curso hipnótico de esa especie de días inventados de “Caducidad”. Además, agregó que tal vez la hipnosis sea lo que señale la trampa del sueño o la visión del sueño como una trampa. Sea como sea, uno entra a esos días de “Caducidad” y siente que no puede salir de ahí. “La caducidad entonces ya no es la caducidad del cuerpo sino la caducidad de lo que el humano crea para conjurar el tiempo y posibilitar un cierto orden de vida, una cierta esperanza que, una vez seguida de otra, arme un tejido que le sirva para concebir lo más parecido a un sentido. Lo que aquí precisamente, por hipersaturación secuencial, se desmantela y salta en sus ejes sucesivos”, expresó. León Felíx deleitó a quienes asistieron a la actividad cultural leyendo trozos de poemas contenidos en la obra presentada. Kayra Ulloa y Héctor Gerardo, prensa CIG
Hace veinte años Antonio Méndez Rubio recuperaba como cita un verso original de Federico García Lorca, ya utilizado por Blas de Otero, que podría resumir su poética: “pero yo no he venido a ver el cielo”. Desde ahí se constituye esta escritura que va avanzando como una respiración anónima, como la unión casi informe de voces audibles sólo en el poema. Historia del cielo remite entonces a Frankenstein: da señas de su excepcional condición, la condición de un cuerpo quebrado que vive de la incomprensión y de una inocencia surgida del daño. Es fácil recordar aquí las palabras de Mary Shelley cuando su criatura siente que ”las estrellan brillan en el cielo, como burlándose”. Ese cielo siempre está abierto. Y las lecturas, en fin, de Ignacio Escuín Borao, Alberto García Teresa y Pablo López Carballo abren todavía más el sentido del libro, convirtiendo al lector en un autor-actor imprescindible.
Lucía Boscà
Historia del cielo, 2005-2011, establece un diálogo con la antología que recoge el periodo inmediatamente anterior, Historia del daño, selección poética 1990-2005 (Valencia, Germanía, 2006).
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