REVISTA LITERARIA TURIA, a MIGUEL LABORDETA

-La revista literaria Turia, al igual que el río del mismo nombre,nace en Teruel en 1983. Tiene difusión nacional e internacional y es la publicación cultural aragonesa de más dilatada trayectoria. Su avalado reconocimiento viene dado por la calidad de los trabajos publicados, en sus páginas únicamente dan cobijo a textos inéditos y su vocación preferente es la literatura contemporánea, tanto española como de otros países e idiomas. También publica trabajos sobre artes plásticas, cine, filosofía, música, entrevistas con los protagonistas de la actualidad cultural, etc. La revista se estructura en nueve secciones que contienen creación, estudios literarios, ensayos, entrevistas y comentarios sobre la actualidad cultural y crítica de libros. Entre los temas monográficos tratados destacan: Luis Buñuel, Goya, Dalí, Roberto Bolaño, Antonio Tabucchi, Claudio Magris, Boris Vian, Carlos Saura, etc.
En este número, ya el 96, que consta de más de 500 páginas, publica un extenso carpatacio dedicado al poeta aragonés Miguel Labordeta. Era necesario, y varios autores entre los que se encuentra mi paisano, el profesor Clemente Alonso Crespo, tenedor y estudioso de los archivos de Miguel, hasta que fueron depositados en la biblioteca María Moliner de la Universidad de Zaragoza. Todos ellos construyen el que es sin duda más intenso estudio sobre su vida y la evolución histórica de su obra poetica, una poesía a veces amordazada por ir a contrapelo con la época que le tocó vivir de prohibiciones y censuras,
Decir por mi parte que la revista solo vale 10 euros es introducir un elemento mercantil cuando hablamos de magnitudes literarias, pero hasta eso es importante.


Poema La Voz Del Poeta de Miguel Labordeta



En lo alto del Faro,
viendo ir y venir
a las pobres gentes en sus navegaciones de un día.
En lo alto del Faro,
contemplando el abismo de las criaturas y el vértigo de los astros.
En lo alto del Faro,
escuchando llegar a los rostros futuros
y oyendo en lo hondo de las aguas las voces de los muertos.
En lo alto del Faro,
amando,
sabiendo que el amor es un fracaso,
y cantando,
sabiendo que su canto no ha de ser comprendido.
Vestirse, alimentarse,
ganarse el pan de cada día,
discutir de las cosas banales,
endomingarse como cada cual
y hacer el amor a una dulce estudiante,
como cualquier empleado de Banca.

Y sin embargo,
velar largamente en duelo,
oír en los silencios el ritmo pavoroso de los tiempos,
acariciar la marea de las edades inmensas,
rompiéndose en quejidos y maravillosas melodías
contra el humilde corazón infortunado
en lo alto del Faro.
En lo alto del Faro,
mientras todos se emborrachan en los festines,
o corroen su envidia en las duras jornadas de trabajo,
o acaso buscan sus puñales secretos
para degollar al niño desconsolado que ellos fueron,
la mirada rauda de visiones
persigue el rumbo, en intemperie desconsolada y altiva
de los navíos futuros.
Y preguntar a la sangre el porqué del olvido
e indagar las primaveras que nacen del sollozo terrestre
y la melancolía que hila el atardecer solitario de los cielos.
Acariciándolo todo, destruyéndolo todo,
hundiendo su cabeza de espada en el pasmo del Ser
sabiendo de antemano que nada es la respuesta.
En lo alto del Faro.
La voz del poeta.
Incansable holocausto.