YAIZA MARTINEZ Y OLGA MUÑOZ (POETAS)


-Yaiza Martínez y Olga Muñoz, otra vez recurrimos al tandem, y al doblete, dos poetas venidas de Madrid para dos recitales en un solo día, bueno una tarde y una noche para llenar estos espacios de poesía, el viernes 12 de Marzo a las 19,30 en la librería Primado, y a las 23 horas en el Dorado.
Poeta y narradora, Yaiza Martínez es Licenciada en Filología Hispánica (UCM). Libros de poesía: Rumia Lilith (2001), El hogar de los animales Ada (Editorial Devenir, 2007) y Agua (Ediciones Idea, 2008). Es también autora de la novela Las mujeres solubles (Lulu.com, 2008

Un poema del libro Agua
Verdad: la historia comienza ahora

Qué bien se está a la sombra de los grandes árboles

de la miseria del gotero a la gárgola con la boca tan llena
que le da para escupir y ser como una fuente

dijiste les haremos una casa con un doble tejado

porque te confesé que tenía
la limitada cualidad del muro

y no era así la cúpula de luz

a la sombra de los grandes árboles
vimos retirarse el agua de la gran ola



la herida sobre la playa
plumas llevaderas
que antaño plomo lascas y vetas
mundo y carácter serán esta poema
de pasado y presente conjugados


asentimos bajo la sombra a lo que se fue
a lo que viene asentimos buscando
con el alma
sometida al mar


les haremos una casa con un doble tejado,
tras tu muralla
-pero entonces no conocía el valor de tus promesas
cuando los grandes árboles
y este regalo
- desde tanta altura
se mostraron por fin para nosotros
Todo fue del carácter de la sombra:
el mundo del agua,
la cúpula de luz y nuestra casa,
bajo un doble tejado Olga Muñoz, es poeta, autora de los libros inéditos de poesía "La caja de música" y "El Plazo", al que pertenecen estos poemas.1.

SÓLO LLEGA LA luz a algunas zonas. La mayoría sigue en penumbra, esperando la retirada de esta sombra cicatera que impide verlo todo. Constato la presencia dura, bajo el almohadón, del hueso. Se trata de un sostén mínimo que cede bajo un cielo sin color. Tantas capas de aire sobre nuestros pobres hombros.

La duda se extiende como una mancha viscosa, su transparencia insiste en engañar al ojo. Resulta agotador eliminarla y además los dedos no responden.

7.

TODO ESTÁ LISTO, me dicen. Los muebles siguen en orden, las telas sin arruga de última hora. Las cosas nos rodean con excesivo color, como húmedas. En un instante, tras un ademán casi sin forma, dará comienzo la función.

En realidad es bien simple: levantarse, despejar los ojos, dar de comer, incluso preparar la ropa para cubrir el cuerpo.

Pero ponte recta, me gritan desde el fondo a cada rato.


11.

SOBRE LA CABEZA penden racimos inalcanzables por unos centímetros. Aún se encuentran cristales de cuando la tormenta destrozó la ventana. Los ofrezco también, pequeños vidrios de colores a cambio de cualquier cosa.

He visto llorar lentamente sobre las sillas de enea, colocadas en círculo y con una de menos, como en un juego de niños. Pero siempre me siento en otro sitio, con mis mejores prendas a la vista.


13.

UNA ANCIANA BUSCA los huesos del hermano, única e insalvable tarea postergada. Respiran manchados en alguna cuneta, luminosos. La madre de ambos, enterrada lejos, logró abrir en su cuerpo un hueco para el hijo, una casa vacía a la que volver un día tal vez. Los restos del hombre serán para entonces minúsculos, con seguridad caben en el nido materno.

La hermana escarba y gime. Va cargando las piezas, atándolas con sogas que arrastra por el campo. Una montaña de huesos lleva a la espalda.

Qué escaso el tiempo para completar el puzzle.

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